Esto es lo que hicieron, amoldándose de forma magistral a la estricta normativa urbanística de la época. Tras la finalización, el crítico C. Matlack Price alabó su enorme éxito y comparó el edificio con «las grandes construcciones babilónicas, con terrazas y jardines que flotaban a decenas de metros del suelo». El nuevo Heckscher Building, como se denominó originalmente, se alzaba desde una base similar a un podio, coronado por una torre chapada en cobre, con una fachada neoclásica y detalles en estilo renacentista francés.
Sobre el fastigio con forma de corona que culmina el edificio (que sería la característica que le diera nombre posteriormente) había una veleta chapada en oro de más de 3,6 metros con forma de gallo, que fue todo un símbolo del progreso hasta que se retiró en 1942 para darle un uso más noble: se fundió para financiar la participación del país en la guerra.